Fin de contrato con el lucero
Aquel contrato que le hice al lucero llegó a su término. Se cansaron las ranas obesas y los serenateros de croar al cielo lechoso y putrefacto. Ya no cabalgo ni estoy en busca del antepasado prehistórico del caballo. Mis hijos, pobres hombres encarnados en peces de colores, se mueren después de volverse transparentes. Le incumplí al lucero y él se vengó quitándome la noche. Abro mi vena poética. Espero que la muerte de mi prosa venga. Poeta, qué desilusión.
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