LA REINA DE MIS DINOSAURIOS (Noches pacíficas del Quartier de Rosemont. Texto escrito alrededor del otoño de 2002).

Escucho pasos en el techo.
Y no son los del vecino y su familia haitiana
—siete niños iguales que siempre lloran y gritan
Para que nos los lleven a la guardería.
Pasada la medianoche, salto de mi cama.
Un rugido en la calle, un segundo de silencio.
Un auto se estrella.
Las ramas de los árboles
Proyectan un tiranosaurio.
Lo veo en la pared,
Pared de diplomas extranjeros
Que no sirven para nada.
El animal se mueve
Y llega a mi escritorio,
Y los libros de gramática francesa:
“¡No entiendo nada, tabernáculo!”.
El tiranosaurio se enfurece
Si me aventuro a encender la luz:
“Bouge pas, maudit Juan!”.
Es cuando me digo:
“¿Por qué soy tan estático?
¿Por qué me dejo dominar por un tiranosaurio?”
Algo estornuda en el armario.
Sale el triceraptos
Que le compré a mi hermana
En el Dollarama
(Qué rima tan bien ganada
Sin esfuerzo).
El de cuernos se lanza al ruedo
Y yo, que poco amigo soy
De la fiesta brava,
Me dispongo a ver el enfrentamiento
De las bestias jurásicas
Con el mismo apasionamiento
Que le brindo
A un partido de hockey
Entre lavadoras y secadoras
(Grito: Viva Boston,
Viva Boston,
Boston…
En silencio
Para que
Los de las banderas
Rojiazules no me linchen
En el Parque del Pelícano
-pero, estí, que yé a-í lé Maladiens)
Los dos animales se sacan chispas
Y todo el vecindario se despierta.
El vecino salvadoreño de abajo
Pregunta si estoy bien
En clave morse
Con su escoba
(tan pequeño, me comenta el señor,
Pero caminás como
Un gigante de un metro ochenta
—¡Ja! Fo qui uuuú)
Tanta agresividad contenida,
Tanto malestar y desagradecimiento,
Por Dios Santo, ¿en dónde quedan
Las esperanzas del multiculturalismo
En una ciudad de cartón
Y de hielo?
Mi cabeza me da vueltas
—Mierda, no tengo más Tylenol.
Dos helicópteros parten
En círculos el cielo nublado.
Los dinosaurios siguen luchando
A lo largo del Boulevard Pie IX,
Cerca de la Olímpica Taza Sanitaria.
Las ambulancias encuentran su
Camino en medio de drogadictos
Jugando al gusanito
Por la calle Hochelaga
Y los hospitales toman una pausa
De seis horas para declararse en huelga.
El mundo parece llegar a su Apocalipsis,
El San Lorenzo se traga esta isla
Y solo deja a flote la cruz de Mont-Royal.
Pero lo único que ocurre es que
Se apaga el letrero del
Dépanneur de la esquina.
Y que tú, Ô Ma Blasfem(m)e,
manifiestas tu presencia.
Apaciguas el caos
Gravitando en un biodomo cósmico.
Los monstruos prehistóricos mueren
Por obra y gracia de tu belleza
Y tus ojos que me preguntan,
Serenos y claros:
« Est-ce que je t’ai manqué? »,
Respondo rápidamente que sí,
Como un tonto muerto de hambre.
«Bon… je dois y aller ».
« Non, reste ! Il y a la place dans mon lit », le imploro.
Mordiéndose el labio inferior, ella se niega.
«Reste au moins pour une petite cuillère
De quelques minutes…
Si tu veux, demain,
Je monte les escaliers de l’Oratoire
A genoux, juste pour toi,
Ou si tu le préfères,
Je m’inscris à une maîtrise
A l’UQAM»
Ella, riéndose, se agacha:
« Mais non, Juan,
Ce n’est pas nécessaire.
Tu sais que je voyage dans le temps,
C’est ma job.
Je suis pressée…
Tiens, je te donne un bisou
Pour que tu t’endormes.
A la prochaine ! »
« C’est ça, va-t-en »,
Repito dejando caer los párpados.
Mientras tanto, afuera,
Y para terminar,
Los policías se retiran a sus iglúes
A beber cáliz Molson
Con sus amigos Motard y Saputo
Y se ponen a contar felices
cuántas multas y palizas
Dieron durante el día
A los habitantes de Montekarma.
Y no son los del vecino y su familia haitiana
—siete niños iguales que siempre lloran y gritan
Para que nos los lleven a la guardería.
Pasada la medianoche, salto de mi cama.
Un rugido en la calle, un segundo de silencio.
Un auto se estrella.
Las ramas de los árboles
Proyectan un tiranosaurio.
Lo veo en la pared,
Pared de diplomas extranjeros
Que no sirven para nada.
El animal se mueve
Y llega a mi escritorio,
Y los libros de gramática francesa:
“¡No entiendo nada, tabernáculo!”.
El tiranosaurio se enfurece
Si me aventuro a encender la luz:
“Bouge pas, maudit Juan!”.
Es cuando me digo:
“¿Por qué soy tan estático?
¿Por qué me dejo dominar por un tiranosaurio?”
Algo estornuda en el armario.
Sale el triceraptos
Que le compré a mi hermana
En el Dollarama
(Qué rima tan bien ganada
Sin esfuerzo).
El de cuernos se lanza al ruedo
Y yo, que poco amigo soy
De la fiesta brava,
Me dispongo a ver el enfrentamiento
De las bestias jurásicas
Con el mismo apasionamiento
Que le brindo
A un partido de hockey
Entre lavadoras y secadoras
(Grito: Viva Boston,
Viva Boston,
Boston…
En silencio
Para que
Los de las banderas
Rojiazules no me linchen
En el Parque del Pelícano
-pero, estí, que yé a-í lé Maladiens)
Los dos animales se sacan chispas
Y todo el vecindario se despierta.
El vecino salvadoreño de abajo
Pregunta si estoy bien
En clave morse
Con su escoba
(tan pequeño, me comenta el señor,
Pero caminás como
Un gigante de un metro ochenta
—¡Ja! Fo qui uuuú)
Tanta agresividad contenida,
Tanto malestar y desagradecimiento,
Por Dios Santo, ¿en dónde quedan
Las esperanzas del multiculturalismo
En una ciudad de cartón
Y de hielo?
Mi cabeza me da vueltas
—Mierda, no tengo más Tylenol.
Dos helicópteros parten
En círculos el cielo nublado.
Los dinosaurios siguen luchando
A lo largo del Boulevard Pie IX,
Cerca de la Olímpica Taza Sanitaria.
Las ambulancias encuentran su
Camino en medio de drogadictos
Jugando al gusanito
Por la calle Hochelaga
Y los hospitales toman una pausa
De seis horas para declararse en huelga.
El mundo parece llegar a su Apocalipsis,
El San Lorenzo se traga esta isla
Y solo deja a flote la cruz de Mont-Royal.
Pero lo único que ocurre es que
Se apaga el letrero del
Dépanneur de la esquina.
Y que tú, Ô Ma Blasfem(m)e,
manifiestas tu presencia.
Apaciguas el caos
Gravitando en un biodomo cósmico.
Los monstruos prehistóricos mueren
Por obra y gracia de tu belleza
Y tus ojos que me preguntan,
Serenos y claros:
« Est-ce que je t’ai manqué? »,
Respondo rápidamente que sí,
Como un tonto muerto de hambre.
«Bon… je dois y aller ».
« Non, reste ! Il y a la place dans mon lit », le imploro.
Mordiéndose el labio inferior, ella se niega.
«Reste au moins pour une petite cuillère
De quelques minutes…
Si tu veux, demain,
Je monte les escaliers de l’Oratoire
A genoux, juste pour toi,
Ou si tu le préfères,
Je m’inscris à une maîtrise
A l’UQAM»
Ella, riéndose, se agacha:
« Mais non, Juan,
Ce n’est pas nécessaire.
Tu sais que je voyage dans le temps,
C’est ma job.
Je suis pressée…
Tiens, je te donne un bisou
Pour que tu t’endormes.
A la prochaine ! »
« C’est ça, va-t-en »,
Repito dejando caer los párpados.
Mientras tanto, afuera,
Y para terminar,
Los policías se retiran a sus iglúes
A beber cáliz Molson
Con sus amigos Motard y Saputo
Y se ponen a contar felices
cuántas multas y palizas
Dieron durante el día
A los habitantes de Montekarma.


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